No soy Pipi Estrada, pero yo también estuve la madrugada del domingo al lunes en la ‘fiesta de Laporta’. No se trataba, como el propio presidente del F.C. Barcelona ha asegurado, de una celebración privada, ni mucho menos. La discoteca Luz de Gas estaba abierta, como cualquier otra noche de domingo, a todo el mundo. Dentro habría unas sesenta personas. La mayoría periodistas deportivos, y algunos de ellos de medios madrileños, todos en Barcelona por la disputa del clásico.
Al principio no me di cuenta, pero al cabo de un rato alguien me advirtió que Joan Laporta estaba en la sala. No me sorprendió demasiado, ya que me lo había encontrado alguna otra vez allí. Como cualquier hijo de vecino, tiene todo el derecho del mundo a divertirse y a tomar una copa, dos o las que sean con sus amigos. Sólo faltaría. Pero Laporta fue poco discreto. Sabía que la discoteca estaba repleta de periodistas, que los móviles de última generación los carga el diablo y, aún así, en medio de la pista, se desfasó más de la cuenta. Demasiado.
Las fotos que publicó La Gaceta, periódico del Grupo Intereconomía, hablan por sí solas. Ellos han defendido su salida a la luz argumentando que la juerga de Laporta es noticia. Para mí, presentarlo como ellos lo han hecho es sensacionalismo, pero allá cada uno con su ética profesional y su hipocresía. El que nunca haya tomado una copa de más o nunca haya salido de una discoteca como las cabras que levante la mano. Es obvio que Laporta es el presidente del F.C. Barcelona, que lo es 24 horas al día y que esto es como lo de la mujer del César, que no vale con serlo, sino que también hay que parecerlo. Pero que no engañen a nadie, que ya sabemos de qué pie cojea cada uno.
Al presidente del Barça, desde hace tiempo, le tienen ganas desde muchos sectores, básicamente por proyectar su ideología independentista desde el cargo que ostenta. Actitud que, dicho sea de paso, no me parece bien. Laporta es el presidente de todos los culés, de los independentistas y de los no independentistas. Por mucho que él quiera, cuando habla públicamente es imposible disociar al Laporta persona del Laporta presidente del Barça. Pero ese es otro debate.
Volviendo al tema, Laporta le ha puesto en bandeja a todos sus 'enemigos' una oportunidad de oro para que se queden a gusto. Lo del champán francés habla bien a las claras de por dónde iban los tiros. Todos esos son los mismos que hoy decían, en una de sus fantásticas tertulias, que la petición de que se quiten los crucifijos de las escuelas públicas es una muestra de lo inmadura que es la sociedad española. Claro que sí. Es mucho más maduro inculcarles a los niños, desde bien pequeños, en qué tienen que creer y a quién le tienen que rezar. Que no tengan ni siquiera la oportunidad de saber lo que hay y, una vez conocido, elegir. Seguro que les encantaría hacerlo también con las ideologías políticas. Panda de demócratas...
Mingu pezident !!!!!!!
ResponEliminaEstamos viendo la autentica cara de un Laporta que, desprovisto de sus deberes conyugales, se suelta la melena y deja volar sus hormonas cual quinceañero en noche de botellón. Creo que a un presidente de un gran club, como es el Barça, se le puede pedir algo más, se le debe exigir mucho más, Laporta debería fijarse en la historia de Mario Conde, que un día se postuló para político y acabó como acabó, los únicos políticos a quienes sus ciudadanos perdonan ir bebidos como cubas son los rusos...
ResponEliminaD'acord amb gairebé tot l'article pel que fa a Laporta. "La Gaceta" em sembla un diari molt lamentable, la cirereta del pastís que faltava per enviar-ho tot a rodar. Sobretot pel que fa a la "información deportiva" (?).
ResponEliminaLa relació amb l'altre tema, però, la veig una mica pillada. Ningú li pot dir a una escola privada que retiri els símbols que són marca de la casa. En els públics, si tan fereixen i en queda algun centre que realment els tingui, ja és una altra història.
Totalment d'acord, Oriol. Els centres privats que facin el que vulguin. De fet, els pares, quan porten els seus fills a aquests centres, ja saben què és el que hi ha, així que no m'hi fico.
ResponEliminaPerò en el cas dels públics, i més tenint en compte que l'Estat no és oficialment catòlic tot i que oficiosament sí ho sigui, no entenc perquè hi han de ser. Com tampoc entendria, per altra banda, que hi haguessin mitges llunes niminarets.