El canario Sergio Rodríguez era otro de los bases que sonaba para la selección, pero finalmente se ha quedado fuera. En algunos medios se ha comentado alegremente que el ‘Mojo Picón’, como lo bautizó el gran Andrés Montes, le había exigido minutos a Scariolo. Como el técnico no se los aseguró, decidió renunciar a la selección. Si esto fuera así, sería una postura bastante egoísta por parte de Sergio. No olvidemos que el baloncesto es un deporte de equipo. Pero, sinceramente, la cosa tiene muchos matices que se han pasado por alto y que, seguramente, nos ayudarán a entender la postura del jugador.
Sergio Rodríguez ha sido internacional absoluto con España desde los 19 años y, casi siempre, ha desempeñado un rol de jugador secundario como tercer base del equipo. Que yo sepa, nunca ha dado problemas por ello. Muchos le critican que no tiene nivel para estar en la selección campeona del mundo y subcampeona europea y olímpica. A todos ellos les recuerdo, por ejemplo, la semifinal del Mundial de Japón contra Argentina. En ese partido, sus 14 puntos en 15 minutos, con tres triples sin fallo, tuvieron buena culpa del paso a la final contra Grecia que posibilitó el que, hasta la fecha, ha sido el mayor éxito de la historia del baloncesto español. Puestos a ser ventajistas, seámoslo todos.
¿Por qué ha renunciado Sergio a ser el tercer base de la selección? Básicamente, porque está ante un verano que puede marcar su trayectoria deportiva. Acaba de dejar Portland tras tres años para olvidar en los que, pese a contar con una media de unos 12 minutos por partido, nunca ha tenido la confianza del entrenador. Ahora llega a Sacramento, y para entrar con buen pie quiere estar con su nuevo equipo desde el primer día. Quiere conocer a todo el staff técnico y a sus nuevos compañeros, empezar a ganarse minutos en las ligas de verano y en la pretemporada. Si disputase el Europeo, llegaría muy tarde a Sacramento, seguramente demasiado como para discutirle la titularidad a los otros bases del equipo. Un alto precio a pagar cuando lo que te espera en la selección es, en principio, un rol muy secundario.
Sergio, que lleva unas semanas de vacaciones, no ha parado de trabajar desde que finalizó la temporada en Portland. Se ejercita casi seis horas al día con un entrenador personal para mejorar en todos los aspectos del juego y seguir ganando músculo. Todo con el objetivo de llegar a Sacramento en las mejores condiciones. Es su gran oportunidad, quizás la última, para consolidarse en la NBA. No la puede desaprovechar llegando a última hora a un equipo que ha apostado por él. Por eso ha declinado la llamada de la selección.
Pero de una cosa estoy seguro. No hay en ese equipo nadie que ame el baloncesto más que Sergio. Cuando le conocí, entonces como jugador de Estudiantes, no tenía nunca suficiente con los entrenamientos del equipo colegial. Salía de entrenar y todavía le quedaban ganas de baloncesto. Saciaba su sed organizando pachangas con los amigos y bajando, algunas madrugadas de insomnio, a tirar a la canasta de un parque cercano a su casa. Ese es Sergio Rodríguez, un auténtico enamorado de este deporte. Por eso le deseo que, de una vez por todas, le demuestre a todo el mundo, y en especial a Nate McMillan, que vale para esto. Si puede ser como base titular de los Kings, mucho mejor.